El sonido de las voces que se hunden

Exposición

Fecha

Del 8 de junio al 30 de julio de 2022.

Horario

De martes a sábado de 10:00am a 8:00pm

Exposición: “El sonido de las voces que se hunden”.

La muestra se inauguró el miércoles 8 de junio en el Centro Cultural de España (CCET). 

Curaduría: Blanca de la Torre

Artistas participantes: Juan Zamora (España), C. J. Chueca (Perú), Claudia Sevilla (Honduras), Amy Balkin (EE.UU.), Paolo Cirio (Italia), Marta Serna (España), Adán Vallecillo (Honduras) y Regina José Galindo (Guatemala).

Contexto de la exposición: Honduras es uno de los tres países del mundo más vulnerables ante la emergencia climática, que se ha convertido en la tercera causa de emigración, después de la violencia y el hambre. Uno de los casos más dramáticos es el de Cedeño, un pueblo del sur donde el océano avanza hasta 1,22 metros tierra adentro al año. En las tres últimas décadas, de hecho, el agua ha engullido las casas de seiscientas familias y otras muchas edificaciones. Las causas que subyacen a este drama son múltiples y diversas: la deforestación, la devastación de los manglares, la extracción de sal, las granjas de camarón, la contaminación, la agricultura intensiva… Y sus consecuencias más directas lo son también: enfermedades, pérdida de biodiversidad, desplazamiento de la pesca y, por supuesto, la desposesión y el éxodo masivo de una población que se ve obligada a marcharse dejándolo todo atrás.

Con este punto de partida, se extendió una invitación a un grupo de ocho artistas para reflexionar en torno a la problemática de Cedeño cuyo resultado son las propuestas que aquí se presentan. Cada una de ellas toma forma desde un ángulo diferente, pero todas comparten la inquietud por ofrecer, desde las artes visuales, una respuesta ante esta suerte de extractivismo de territorios, cuerpos y culturas.

Esta exposición es, pues, la primera actividad de una muestra más amplia que incluirá encuentros, actividades y eventos teóricos con el único objetivo abordar las problemáticas ecológicas desde el CCE Tegucigalpa de manera sistémica. La historia de la crisis climática es la historia de los sistemas de opresión, de una balanza de justicia ambiental que nunca estuvo equilibrada, del mismo modo que la imagen del nivel del mar subiendo es, sin duda, equivalente al gráfico ascendente de colonización, de patriarcado, de racismo, inequidad y segregación. Y no podemos construir una narrativa válida común de transformación, resiliencia y renovación sin desarticular antes este relato.

Un ejercicio de restitución y reconocimiento de la deuda ecológica comienza por plantar la semilla de un proyecto que vaya echando raíces, que se construya desde la comunidad, desde lo colectivo y lo polifónico, y que busque, asimismo, tejer redes de posibilidades que partan de la escucha activa, trabajando otras temporalidades y huyendo del evento puntual. El tiempo nos irá abriendo caminos gracias al ejercicio de la imaginación radical, que permita pensar otras maneras de vivir y sugiera nuevas formas de relación, de establecer vínculos desde otro lugar para trabajar una posible transición ecosocial.

Asumir responsabilidades ante el sistema-mundo que hemos construido, donde las consecuencias de la crisis ecosocial tienen un impacto notablemente mayor en las comunidades más empobrecidas, pasa por no permitir que se ahoguen las historias otras y por dar voz a los silencios, al sonido de las voces que se hunden.

Sobre las y los artistas: 

  • ADÁN VALLECILLO – Excursión a Cedeño, 2022.

En el mismo lugar, 2022.

Escultura realizada con materiales de la playa de Cedeño

Adán Vallecillo desarrolla una propuesta de activación de lo que él mismo llama «procesos arqueológicos pragmáticos», donde los materiales que él recolecta adquieren dimensiones estéticas sin anular sus orígenes. En ese particular ensamblaje de objects trouvés, significado y significante se alinean para detonar nuevas reflexiones en torno a las consecuencias del modo en que hemos domesticado nuestro entorno natural.

En un intento de recuperación de la memoria del lugar y en un gesto casi sisífico de lucha contra la crisis climática antropogénica, el artista dedica su vídeo a rescatar algunos restos de las edificaciones que han quedado sepultadas bajo el agua en la costa de Cedeño.

Junto a éste, muestra una escultura elaborada con algunos de los fragmentos recogidos del mar. Los materiales recuperados contienen las consecuencias de los desastres ecológicos que padece la aldea, que el artista resignifica para reconstruir una suerte de traducción estética de aquella particular arqueología.

Con ambas obras, Vallecillo sugiere de manera sutil la perversidad de una belleza del drama, dibujando un paisaje que nos habla de extractivismo de cuerpos, culturas y territorios, y se adentra en una meditación que nos invita a reflexionar sobre una fractura entre el individuo y el entorno natural que crece de manera imparable, emulando el nivel del mar. Apela asimismo a la importancia de la acción y de la toma de decisiones, donde a pesar de que las grandes respuestas han de venir de la mano de la macropolítica, las acciones individuales también pesan en un sistema en el que cada decisión cuenta.

  • AMY BALKIN

Un archivo popular de hundimiento y derretimiento, 2011-2022

Colaboradores para recogida de material en Cedeño: Luz De Solzireé Baca Rodriguez, Hernan Alberto Rodriguez, Carlos Fernando Rodriguez, Nixirela Isabel Martinez, Brandon Aguirre, Flor de Maria Moncada, Francia Mariel Portillo Godoy.

Los proyectos de Amy Balkin, generalmente centrados en la crisis climática y sus efectos, combinan la investigación interdisciplinaria y la crítica social. Es el caso de la obra que aquí se presenta, en desarrollo continuo desde 2011. Se trata de una colección heterogénea de objetos, procedentes de todo el mundo, de lugares en riesgo de desaparición debido a los impactos físicos, políticos y económicos combinados del cambio climático, incluido el derretimiento de los glaciares, el aumento del nivel del mar, la erosión costera y la desertificación. Cualquier cosa que se encuentre en el lugar en peligro, incluidos detritos, restos flotantes o desechos, es susceptible de formar parte de su obra. Reunidos, todos esos objetos conforman un archivo del futuro anterior, de lo que habrá sido. En este sentido, dicho archivo opera desde el principio de que cualquier cosa es igualmente valiosa como registro. No hay escalas de valor, todo forma parte de una crónica de pérdida.

Para esta exposición, la artista ha creado un apartado exclusivo del archivo a partir de contribuciones de los habitantes de Cedeño. La obra funciona como una especie de máquina del tiempo, acercando al público hacia la posible sociedad futura que encontraría el archivo, como un descubrimiento arqueológico que se abre a esos lugares perdidos por la hybris humana.

Este archivo se estructura en colecciones «comunes pero diferenciadas», en línea con la clasificación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que divide a los países en grupos de acuerdo con la responsabilidad de éstos en función de sus emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero. Este enfoque reflejaría el impacto variable que la política climática tiene en diferentes estados, comunidades y áreas de «conflicto».

  • CECILIA JURADO CHUECA

Ese Mar (y mi sombra tendida a merced de tu recuerdo), 2022

Instalación compuesta por cerámica, pintura sobre lienzo, mesa y sonido

Cecilia Jurado Chueca toma a menudo como punto de partida sujetos subalternos, olvidados y, a menudo, migrantes para analizar temas en torno al territorio, la pérdida, lo transitorio y el hogar, siendo el agua un asunto transversal en algunas de estas investigaciones, pues, precisamente, una de sus características es la de poder viajar y colarse a través de la más mínima grieta.

Para esta ocasión, ha desarrollado una obra específica que muestra una escena de ausencia, a partir de una instalación que habla de memoria y desplazamiento, en relación a todas las personas que han perdido sus hogares devorados por el mar en Cedeño.

La artista ha creado de manera artesanal un zócalo azul de cerámica que coloca marcando una parte de las paredes del espacio a la altura de la línea de los ojos, en una clara alusión al horizonte, así como al ámbito doméstico, por lo general asignado a las mujeres. Se trata también del tipo de cerámica que permanece en el imaginario colectivo, el azulejo, como parte de la herencia colonial del territorio de Abya Yala, y que inevitablemente nos sugiere una revisión del papel del colonialismo en la crisis ecológica y la idea de la deuda climática hacia los países del Sur Global.

Junto a esta línea, una mesa clásica de comedor —también con reminiscencias coloniales— enfatiza ese espacio de lo doméstico, que se convierte en un espacio político sobre el que una suerte de mantel de formas dinámicas evoca al propio mar, que parece querer emerger del propio tejido. Chueca pintó el lienzo en el exterior bajo un árbol cercano, confiando en que pequeñas ramas, muy sutiles, quedasen adheridas a la pintura. Se trata de su particular manera de introducir más paisaje sobre aquel que ha pintado de azul insinuando el océano, ese mismo que fue testigo del pasado de Cedeño. Un paisaje que habla de pérdida y de soledad, sin sillas ni otros elementos de mobiliario más que aquella mesa de cuya parte inferior emerge un canto de una de las mujeres que le contaron en la aldea su propia historia de ausencia y que la artista grabó para la pieza. Una escena de vanitas que nace del mar y del encuentro trágico entre el hogar y la gente que se ha ido, para cuyo título la artista ha tomado un verso de la poeta hondureña Clementina Suárez.

  • CLAUDIA SEVILLA

Deslecturas, 2022

Serie fotográfica impresa en tela

El trabajo de Claudia Sevilla se sitúa a medio camino entre, por un lado, la fotografía artística y conceptual, y por otro, el documentalismo y el fotoperiodismo, que la ha llevado a colaborar con organizaciones nacionales e internacionales que promueven procesos de desarrollo en el contexto rural hondureño.

Para realizar esta obra, cuyo título alude al proceso de desleer el drama de la aldea para poder comprenderlo y reflexionar sobre las diferentes capas de la tragedia, la artista realizó dos visitas de investigación a Cedeño en las que tomó una serie de fotografías de ruinas, desechos y objetos encontrados a la orilla del mar. Los restos que aparecen en dichas imágenes reflejan la complejidad de las disyuntivas que se insertaban en sus pensamientos mientras contemplaba esas escenas, tales como la necesidad de industrias en una de las zonas más pobres de Honduras versus la urgencia de salvar el manglar, o el turismo destructivo versus la supervivencia de un pueblo que desaparece con celeridad. Además, nos trasladan de la particularidad de un caso local en una pequeña área del continente a los casos similares que se van acumulando a nivel mundial y que permanecen, como es el de Cedeño, en la invisibilidad.

La fragilidad del pueblo se acentúa con la elección de Sevilla de imprimir sobre tejido, con la que nos remite a la piel o a la necesidad de protección a través de unas imágenes que condensan la amalgama de capas económicas, políticas y sociales que subyacen bajo el «apartheid climático».

 

  • JUAN ZAMORA

Agarrarnos a la luz para guardar la memoria, 2022

 Instalación compuesta por objetos encontrados en la playa de Cedeño intervenidos con bioluminiscencia y 10 dibujos a lápiz y tinta bioluminiscente.

Para observar mejor las características lumínicas de la obra se recomienda cerrar las cortinas o alumbrar durante unos segundos con el móvil los objetos y los dibujos.

Juan Zamora trabaja desde una perspectiva ecosocial basada en el análisis de las interconexiones entre humanos, no humanos y el ecosistema en el que se insertan, y propone un espacio de creación que proyecte un escenario futuro más ecológico mediante nuevas técnicas de bioingeniería no invasiva, siempre desde el respeto y el diálogo con el medio ambiente.

En esta ocasión, el artista seleccionó algunos de los objetos que recogió en la playa de Cedeño y que posteriormente intervino con un fluido orgánico bioluminiscente azul, elaborado a partir del cultivo en laboratorio de cianobacterias en colaboración con el Instituto de Microbiología Carlos III de Madrid, España. Con ellos compone, sobre el propio suelo, una instalación que se acompaña de dos series de dibujos en los que también incluye la propia tinta bioluminiscente creada por el artista.

Una de ellas corresponde a una serie de paisajes marítimos de Cedeño, donde la calma y la melancolía remiten a un paisaje clásico de lo que en algún momento creímos eterno. Por otro lado, cuatro dibujos que aluden a animales humanos y no humanos —un calamar, un cerebro, una mano y el interior de un sistema nervioso humano— se reparten tomando deliberadamente como referencia el eje del horizonte cerámico de la artista con la que comparte sala.

Interpela así al espectador a pensar desde la ontología de los objetos de la playa y desde la agencia del océano como sujeto a quien se le están vetando los derechos propios, del mismo modo que a todas y todos los habitantes de Cedeño que están sufriendo como consecuencia el despojo y la depauperización, así como a todas las memorias perdidas que, de algún modo, el artista trata aquí de iluminar a través de su obra.

 

  • MARTA SERNA

Guancasco, 2022

Dibujo

El trabajo de Marta Serna combina realidad, mitología y ficción a través de figuras con las que trata de configurar un universo particular para hacer frente a la crisis ecosocial a partir de la configuración de nuevas cosmologías.

Inspirada por la comunidad lenca, para este proyecto compone una escena a partir de los dibujos de cuatro figuras femeninas como símbolos de lucha, guías espirituales, guerreras, fuentes de vida y cuidadoras de los cuerpos-territorio-tierra. En la cultura de este pueblo originario, las mujeres tenían un papel preponderante en decisiones político-económicas de la comunidad. La mujer es la creadora, la facilitadora de cohesión entre las tribus, encargadas de aliviar conflictos entre los diferentes pueblos a través de lo que se conocía como pacto de amor o Guancasco.

Personajes:

BERTA CÁCERES: Líder indígena de la comunidad lenca, ecofeminista y activista medioambiental, fundó, en 1993, del COPINH, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras. En 2015 ganó el Premio Medioambiental Goldman y en marzo del año siguiente fue asesinada. En la actualidad, su constante y larga lucha ecologista y por los derechos de los pueblos originarios de Honduras recibe múltiples homenajes tanto en su país como en el extranjero. En julio de 2021, David Castillo, directivo de la empresa DESA, fue declarado culpable de ser el autor intelectual del crimen.

PRINCESA ANTU SILAN ULAP I (figuras parte inferior): Hija de Asisilcan Nachan I y Señora Omomatku, su padre era gobernante de El Salvador cuando el territorio lenca se extendía por ese país. Recordada por su lucha contra el colonialismo, se cuenta que fue la responsable de la expulsión de Pedro de Alvarado y de organizar la resistencia contra los invasores españoles. La princesa difundió pueblo a pueblo un mensaje de unión y dignidad que impidió, durante diez años, que los españoles construyeran un asentamiento permanente en la región.

COMIZAHUAL: Sabia matriarca chamana guerrera y líder de la comunidad lenca antes de la colonización de Abya Yala. A menudo se representa como una figura zoomórfica similar a un jaguar o un tigre con alas, o en su forma humana, con piel y cabellera blancas, con una piedra de tres puntas con rostros deformes que escupen relámpagos y truenos, capaces de vencer a sus enemigos. Ya en los escritos de Torquemada se hace referencia a ella para acusarla de supersticiones y engaños de Satanás, en línea con los objetivos de la Inquisición europea de anular cualquier posibilidad de existencia de una mujer fuerte para construir un nuevo imaginario de lo femenino, frágil y fácilmente sometible.

DIOSA MANAGUARA (derecha): Es la diosa lenca del conocimiento, responsable de la creación de la humanidad.

 

  • PAOLO CIRIO  

Climate Comparing Evidence, 2021

Dibujo sobre pared

Climate Legal Evidence, 2021

Impresiones coloreadas

Paolo Cirio explora las nuevas formas de poder construido gracias al control de los datos, tanto en términos de información específica como de control sobre la circulación del conocimiento, que en los últimos años el artista ha centrado en la emergencia climática y ecológica. En numerosas ocasiones, el artista y activista ha trabajado con prácticas que incluyen la piratería, el hacking, la fuga de información sensible y los ciberataques.

Climate Comparing Evidence consiste en un par de sencillas obras sobre pared que recrean dos gráficas dibujadas a mano en las que se compara el aumento del nivel del mar con los datos de emisiones de las empresas de combustibles fósiles en la misma escala de tiempo. Las similitudes visuales entre los dos diagramas abstractos crean una imagen tangible de la conexión directa entre el aumento de las emisiones y sus consecuencias naturales.

La obra se combina con Climate Legal Evidence, impresiones en papel tomadas de estudios encargados internamente a principios de la década de 1980 por Shell y Exxon para evaluar los efectos de sus emisiones de gases de efecto invernadero. Estos estudios concluyeron, sin ningún género de duda, que dichas emisiones habrían producido un incremento de las temperaturas, la acidificación de los océanos y muchos otros efectos negativos sobre el clima. Estos documentos, que permanecieron ocultos durante décadas, se utilizan ahora como prueba en los juicios contra los dos gigantes petroleros.

El artista subraya, pues, el efecto de las industrias fósiles en la subida del nivel del mar y el aumento de fenómenos climáticos extremos en todo el mundo, y juega con la ironía de trasladar la abstracción de ambos datos a un lenguaje que podría parecer inofensivo, bien a una pintura mural o a papeles para colorear por los niños, con los que también invita al visitante a intervenir.

 

  • REGINA JOSÉ GALINDO

El horizonte tiene hambre, 2022

Vídeo, fotografías y poema

Vídeo y fotografías: Junior Alvarez

Con la colaboración de: Blanca Guevara, Sandra Corrales, Angélica María Herrera, Rosa Benicia Maradiaga, Hilder Alfonzo Hernández, Hilder Josué Hernández y la Red Regional de Mujeres del Sur.

Regina José Galindo adopta la performance como medio artístico, bien a través de su propio cuerpo, bien por medio de la dirección de acciones concebidas para ser desarrolladas por otres agentes o colectives.

En esta ocasión, la acción se desarrolla en la playa de Cedeño al amanecer, donde un grupo de mujeres se reúne con unos pescadores para sostener una tela roja de cien metros en un intento de retener la fuerza del mar, cuyo nivel va subiendo cada año.

Tanto en el vídeo como en las fotografías que recogen la performance se aprecian las dificultades de los habitantes de la aldea para sostener la pesada y larga tela frente al oleaje, su empeño por mantenerla en pie, que nos remite a la resiliencia y la memoria del propio pueblo. El gesto de marcar la línea del horizonte nos invita a habitar la tensión encarnada en la metáfora de un tejido, cuyo color destaca en la lejanía, que trata de permanecer firme.

El título de la acción tiene una doble lectura: por un lado, remite a la voracidad del capitalismo y su afán fosilista, que, junto con el colonialismo y el patriarcado, forman tres pilares de complejas interrelaciones sobre los que se ha asentado la crisis climática que nos ha llevado al borde del colapso.

Por otro, a lo poético de la obra y el horizonte como punto de unión, a la importancia de la acción conjunta y la idea de colectividad, de la comunidad resiliente que sostiene la tela y no se arredra frente a las dificultades.

 

  • Juan Zamora.

Segunda parte – Agarrarnos al sonido para guardar la memoria, 2022

En la segunda parte de la obra creada para este proyecto, Juan Zamora interpreta la contaminación del agua —uno de los factores de la emergencia climática actual— del mar de Cedeño en clave musical. Para ello, tomó varias muestras de agua en diferentes puntos de la playa de la aldea, que posteriormente cultivó en una placa de Petri. Después, transladó el resultado a un pentagrama para componer una partitura que es interpretada aquí por el propio artista con una caja de música de 15 notas.

Con las dos partes de esta obra, Zamora recalca la importancia de repensar la falsa separación entre lo natural y lo humano, apela a la reflexión sobre que los humanos somos naturaleza y a las sustancias que compartimos con ésta, como el carbono o el agua, el componente principal de nuestros cuerpos y también del océano. Además, nos invita a romper con la mirada antropocéntrica y alejarnos de la idea del mar como culpable de la dramática situación que vive la aldea para resituar la crisis climática antropogénica.

La exposición estará abierta al público hasta el 30 de julio del 2022 en las instalaciones del CCET.

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